viernes, 16 de febrero de 2018

Dino Campana revisa su biografía en el psiquiátrico de Castel Pulci - Roberto Bolaño - Chile


Servía para la química, para la química pura.
Pero preferí ser un vagabundo.
Vi el amor de mi madre en las tempestades del planeta.
Vi ojos sin cuerpo, ojos ingrávidos orbitando alrededor de mi lecho.
Decían que no estaba bien de la cabeza .
Tomé trenes y barcos, recorrí la tierra de los justos
en la hora más temprana y con la gente más humilde:
gitanos y feriantes.
Me despertaba temprano o no dormía. En la hora
en que la niebla aún no ha despejado
y los fantasmas guardianes del sueño avisan inútilmente.
Oí los avisos y las alertas pero no supe descifrarlos.
No iban dirigidos a mí sino a los que dormían,
pero no supe descifrarlos.
Palabras ininteligibles, gruñidos, gritos de dolor, lenguas
extranjeras oí adonde quiera que fuese.
Ejercí los oficios más bajos.
Recorrí la Argentina y toda Europa en la hora en que todos
duermen y los fantasmas guardianes del sueño aparecen.
Pero guardaban el sueño de los otros y no supe
descifrar sus mensajes urgentes.
Fragmentos tal vez sí, y por eso visité los manicomios
y las cárceles. Fragmentos,
sílabas quemantes.
No creí en la posteridad, aunque a veces
creí en la Quimera.
Servía para la química, para la química pura.

2 comentarios:

  1. La revelación en tu anterior entrada y la profunda y compasiva mirada que le brinda el gran Bolaño a Dino Campana (lo retrata como alguien que perdiendo el rumbo va abriendo rumbos para alguien) me confirman que lo desconocido suele ser ese territorio donde persisten (y resisten) desangelados como este poeta-personaje-de-leyenda a la espera de su merecido lugar y rescate. A conocer más de lo desconocido pues.

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  2. Almas que reconocen almas. una más lúcida que otra (¿la de quién?), que homenajea, con "mirada profunda y compasiva", a la otra, que aparentemente perdió el norte.

    Habrá más poemas del desdichado Campana. Y de Bolaño también, naturalmente.

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