domingo, 11 de septiembre de 2016

Fábula del cazador - Myriam Moscona - México


Una mañana
Don Juan
Salió de caza.
Vio a lo lejos
Un hermoso ejemplar
Inclinado de espaldas sobre el río.
Acechó a su presa
Con sigilo.
Imaginó su forma de mirar.
Era un hombre de lecturas
De modo que
Repasó estas líneas
Eficaces para cualquier
Comienzo:
"Irías a ser muda
Que Dios te dio esos ojos".

Aunque no se había mirado en ellos
Se acercó a los esteros
Listo para
Olfatear
Ese amor
Único
Sutil
Que por instantes vio
Como el más poderoso de la tierra.
Repetía sin ton ni son
Hermosos fragmentos
Del Cantar de los cantares:
"Yo dormía
Pero mi amor velaba".

Quiso invocar
Lo que San Juan
Dijo a su Dios
En la noche oscura
Y repitió un heptasílabo
Que su intuición espiritual
Comprendió con sencillez:
"Dar a la caza alcance".

Animado en seguir
Apuntó la zona exacta
Que sostenía su deseo.
Aquel torso frente al río
Se mecía
Con elegante lentitud.

Sentía ya la elevación
De los disparos
Sangre
La alteración
De los opuestos
-Pensó-
Pero no supo lo que dijo.

Al ver el rostro
De su presa
Repetido por el río
Cayó en silencio.

Giró al sentir el roce
De una sombra.
La albina
Sonrió
Mostrando
El único diente
Que colgaba de su encía.

La mañana del día siguiente
Don Juan
Fue visto
En una banca del parque
Dormitando
Con un libro de Esopo
Entre las manos.
(1992)

10 comentarios:

  1. No sé lo entiendo, sensaciones encontradas me provocan sus versos, pero el poema está impecablemente escrito y descrita su inquietante atmósfera, por lo que me gusta...

    ResponderEliminar
  2. Yo creo que es una crítica, no carente de humor al final, al donjuanismo y a los donjuanes que en el mundo han sido y son, pobres diablos que ven en la mujer exclusivamente una cosa utilizable. Luego, claro, se llevan el chasco y acaban leyendo fábulas de Esopo para intentar entender algo.

    ResponderEliminar
  3. Una de las moralejas de la fábula sería el desencanto que se puede encontrar por idealizar a alguien, por lo que se quiere creer (con autocalentamiento), no por lo que es.

    ResponderEliminar
  4. También que las apariencias pueden engañar, bueno, casi siempre lo hacen.

    ResponderEliminar
  5. Y otra sobre los preparativos (que son de libro de "fábula"), los rituales empleados en la seducción que se suelen utilizar y el despliegue de todo tipo de armas. Que están más que manoseados, pero que se siguen utilizando por impostados que sean.

    ResponderEliminar
  6. Lo acabas de decir casi todo, así que de momento no añadiré nada más..., excepto que las apariencias no deberían engañar a nadie, si se conociese bien el significado de la palabra "apariencia".

    ResponderEliminar
  7. Sí, pero podés seguir diciéndolo todo el rato, que la autoestima está muy cara últimamente :-)

    ResponderEliminar
  8. La segunda acepción, Charlie, quedaría en la excepción del "casi" :)-

    Has hecho bien, Carlos, al utilizar los pronombres personales argentinos, porque ha quedado en la tercera persona del plural y no en la segunda... y así queda más impreciso:)

    ResponderEliminar