Monumental. Tan sólo ocho versos cortos contados en una tonada a capella necesitó para provocar en uno tantos ecos e imágenes. Tan concentrada profundidad encierra cada uno de ellos.
Cierto. Hay gente que se pasa la vida esperando una palabra de un dios prometido ni siquiera conocido. Qué magnífica definición de un jilguero, qué sonoridad la de los últimos versos...
Monumental. Tan sólo ocho versos cortos contados en una tonada a capella necesitó para provocar en uno tantos ecos e imágenes. Tan concentrada profundidad encierra cada uno de ellos.
ResponderEliminarCierto. Hay gente que se pasa la vida esperando una palabra de un dios prometido ni siquiera conocido. Qué magnífica definición de un jilguero, qué sonoridad la de los últimos versos...
Obvio, no lo conocía. A por él.
ResponderEliminarLa segunda estrofa es inmejorable.
ResponderEliminarEl jilguero: miedo y plumas, pero hace cantar a un árbol. No se piede definir mejor.
"Escondido entre las ramas
ResponderEliminarpuede hacer que cante un árbol"
Qué imagen de gran sonoridad...
El árbol que da poetas que es España. No me salgo de esa.
Encontré varios poemas suyos por ahí. Tiene sus obsesiones. El Dios ausente, por ejemplo. Escribe con una cadencia como muy personal. Me encanta.
Me gusta más la pintura de Fabritius que el poema, a pesar de que la segunda estrofa es pura poesía.
ResponderEliminarAh, el dios ausente, obsesión de obsesiones para quienees sigan creyendo en algún dios.
ResponderEliminarYo creo, Marian, que la pintura de Fabritius le va bien al poema, o viceversa.
ResponderEliminarPerfecta.
ResponderEliminarMira que si quien está temblando a solas es algún dios... y el jilguero es todo.
Toma ya!
ResponderEliminar¡ qué difícil decir cosas grandes con palabras sencillas !
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