martes, 10 de noviembre de 2015

Para leer en forma interrogativa - Julio Cortázar - Argentina


El siguiente poema pertenece al libro Presencia (1938). En 1984, reapareció en el libro póstumo Salvo el crepúsculo, que Cortázar había preparado sin mucha convicción antes de morir, ya que consideraba que los poemas y prosas incluídos eran excesivamente personales, marginales. Son tan sólo un herbario para los días de lluvia. Nunca creí en la necesidad de publicarlos. Sólo amigos insensatos quieren verlos impresos.

Escribe Cortázar al inicio de Salvo el crepúsculo:
Discurso del no método, método del no discurso, y así vamos. Lo mejor: no empezar, arrimarse por donde se pueda. Ninguna cronología, baraja tan mezclada que no vale la pena. Cuando haya fechas al pie, las pondré. O no. Lugares, nombres. O no. De todas maneras vos también decidirás lo que te dé la gana. La vida: hacer dedo, auto-stop, hitchhiking: se da o no se da, igual los libros que las carreteras. Ahí viene uno. ¿Nos lleva, nos deja plantados?

Para leer en forma interrogativa

Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caída la fuga
Has sabido
con cada poro de la pìel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.
De Presencia (1938)
Julio Cortázar

Salvo el crepúsculo nace de una emotiva operación aleatoria sobre lo acumulado durante cuatro décadas: calles de Buenos Aires, habitaciones de París, guiños de Clarice Lispector, auriculares y gatos, cuadernos de seda amarilla, delicadas telarañas de mujeres, Eliot y Bashō, Lionel Hampton, Armstrong, pájaros Roc, pameos y meopas; páginas rescatadas de todos los rincones de una vida que su protagonista amó desordenadamente, páginas escritas desde ese sentimiento de participación que a su vez participa de la tontería y de la ingenuidad con muy alta frecuencia, loadas sean las tres, sin el que Cortázar confiesa que jamás hubiera escrito nada; desde esa entrega al cotidiano descubrimiento de lo mismo que por eso es siempre nuevo y que tan estúpido parecerá a los estúpidos. [De la solapa de la edición de Ediciones Alfaguara, S. A., 1984]

22 comentarios:

  1. Qué maestro, qué gran tipo... Cierto, amó la vida desordenadamente, o la ordenó a su manera con todos los elementos citados. La foto: mejor retrato imposible.

    ResponderEliminar
  2. Sí, me quedé pensando en esa foto que no la conocía. Esa manera tan suya de hacer de lo cotidiano algo fantástico. De que lo de todos los días se vuelva mágico y adquiera una nueva dimensión. Como el gesto de ponerse un pullover o de revolver con una cucharita el café con leche.
    Un gran maestro y pensar que acá lo descubrimos en plena adolescencia, en mi caso a los 15 leí Rayuela. Tenemos esa dicha, de conocerlo pronto y ya nunca más soltarlo.

    Para mí leer a Cortázar es como leerme a mí, me identifico con otros escritores claro, pero nunca a su nivel. No sé. Podría hablar/ escribir horas sobre él.

    Fantástico poema. Un genio!

    ResponderEliminar
  3. Esa manera tan cotidiano-fantástica de vivir-escribir tenía Julio...

    Y te leeremos durante horas entonces, Agostina...

    ResponderEliminar
  4. Eso de que amó desordenadamente es tan real, recuerdo que decía que no comprendía esa manía de cierta gente de apretar el dentífrico desde abajo. No recuerdo sus palabras exactas ni si lo decía en Rayuela o en algún cuento. Bueno, pueden refrescarme la memoria pero esa imagen es tan descriptiva de su no amar las cosas ordenadas. Verdad?

    ResponderEliminar
  5. Es eso Carlos, cuando la Vida se transforma en Escritura y viceversa. Cuando la Vida y la Escritura son un Juego, una Rayuela y otros. Cuando la Escritura adquiere la dimensión de lo Lúdico y Realidad y Ficción se funden en una sola cosa. " Los autonautas de la Cosmopista". Qué plan tan surrealista llevado a cabo, no es cierto?

    ResponderEliminar
  6. Es tan coherente consigo mismo Julio, hablaba como escribía, pensaba como imaginaba, creaba como no había... Ése libro lo leí en un viaje y te garantizo que en mi cabeza rimaba con el paisaje de la cosmopista entre París-Marsella aunque íbamos cruzando la provincia de Buenos Aires...

    ResponderEliminar
  7. Me lo imagino bien Carlos. Me quedé releyendo lo que él escribió al inicio de Salvo el crepúsculo y es como vos decís, esa autenticidad que lo caracteriza. La misma presencia del azar que lo hacía encontrarse con La Maga en las calles de París sin haberse citado. " Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos". Sigo pensando en la genialidad de este poema que si bien no tiene ningún signo de interrogación no podemos sino leerlo de forma interrogativa, verdad? O acaso podemos darle otra entonación? Afirmativa? Sólo resuena como una gran pregunta. En fin, creo que nos podríamos tirar horas hablando de él. Esperemos a Juan a ver qué nos dice.

    ResponderEliminar
  8. Claro, sólo resuena como una gran pregunta-afirmación-respuesta en sí misma... En la entrevista de Serrano Soler para TVE Julio explica con extraordinaria nitidez su concepción de lo fantástico como la parte de la realidad que pasa desapercibida-impensada-invisible-imposible...

    ResponderEliminar
  9. Esa entrevista es buenísima. Gracias Julio por mostrarnos lo cotidiano con otros ojos, tus maravillosos ojos.

    ResponderEliminar
  10. ¿Y qué digo yo ahora?
    Pues nada, que me ha encantado esta conversación a dos. Dos argentinos, además.
    Oye, ¿por qué habláis tan bien los argentinos? Más aún: ¿Quién o qué os inspira esas imágenes y metáforas que empleáis todo el rato?

    ResponderEliminar
  11. En algo seguro tenés que ver vos, Juan. Uno viene con su onda o bagaje, sus gustos e inclinaciones, pero las entradas que vos decidís, para mí por lo menos, son siempre interesantes, estimulantes y "desasnantes" por partes iguales, además de transmitir tus buenas intenciones como divulgador-amplificador de la buena literatura... Aparte, Agostina no se queda atrás con sus aportes e intervenciones, muy jovenmente sensibles, si se me permite el término. Y qué decir de Marian con esa mirada tan personal y muchas veces, para mí, novedosa, diría reflexiva pero a la vez impensada.

    ResponderEliminar
  12. Totalmente de acuerdo en cuanto a Agostina y Marian. Y sí, creo que uno tiene vocación de divulgador. Me encanta dar a conocer cosas que creo que merecen ser conocidas.
    El bagaje de Carlos perrotti no es ninguna tontería.

    ResponderEliminar
  13. Gracias por tan hermosas palabras, de ambos. Creo que este blog es una gran fuente de inspiración. Merci Juan, Merci Carlos.

    ResponderEliminar
  14. me encanta Cortazar. Sus letras son todo un desafio para mi

    ResponderEliminar
  15. Cortázar es para irlo conociendo, MuCha, pero una vez que te adentras en sus mundos, es imposible salir. Sin embargo, no estás atrapado, sino bien libre.

    ResponderEliminar
  16. Yo creo que hasta Julio se emocionaría por leerte esto, Juan: "una vez que te adentras en sus mundos, es imposible salir. Sin embargo, no estás atrapado, sino bien libre".

    ResponderEliminar
  17. Coincido totalmente. Es exacto, así es el mundo de Julio.

    ResponderEliminar
  18. Es que no nos queda otra: amar la vida desordenadamente.

    Gracias por lo que me toca, a los dos. Me ha gustado lo de "impensada" Hay que cambiar muchos chips y clichés que tenemos instalados en la mente humana.

    ResponderEliminar
  19. Pero para mirada, la de Julio Cortázar, que mente más maravillosa.

    ResponderEliminar
  20. Lo reafirmo, mirada impensada, con otra angulación...

    ResponderEliminar
  21. Cortázar también es magia. He leído de él fragmentos sueltos y lo conocí a los quince con Rayuela.
    Yo soy de ésas que aprieta el tubo de la pasta de dientes por donde le apetece...
    Volveré a Cortázar. A su desorden maravilloso.

    ResponderEliminar
  22. Desorden sólo aparente, porque su mundo, sus mundos, son impresionantemente coherentes.

    Harás muy bien en volver a Cortázar.

    ResponderEliminar