jueves, 22 de diciembre de 2011

Yo aquí me despido, vuelvo... - Pablo Neruda - Chile / Cenizas de Neruda - Manuel Alcántara - España

Isla Negra - Macarena Bretón
Últimamente anda circulando por los media la especie de que Neruda no murió de muerte natural en su Isla Negra, sino que lo "ayudaron" a morirse. No entraré en ese debate porque lógicamente no puedo saberlo, aunque no me extrañaría. El tiempo dirá, si quiere.
Hay unos pocos poemas de Neruda en este blog. Añadamos éste como pequeño homenaje que no necesita.

Yo aquí me despido, vuelvo
a mi casa, en mis sueños,
vuelvo a la Patagonia en donde
el viento golpea los establos
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un poeta: os amo a todos,
ando errante por el mundo que amo:
en mi patria encarcelan mineros
y los soldados mandan a los jueces.
Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir:
si tuviera que nacer mil veces,
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién compradas.
Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles,
la música: quiero que venga
conmigo el minero, la niña,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.

Yo no vengo a resolver nada.

Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.


Cenizas de Neruda

A estas alturas de su muerte, más exacto sería decir honduras, no está claro el certificado de defunción. Cuando estuve con él, en su casa de Valparaíso, mixta de almoneda y de navío varado, en el año 1963, la verdad es que daba gusto verle. Tenía algo de pontífice descreído y de gran pescado sin escamas. A nadie, creo, he admirado más, ya que a Quevedo no me dio tiempo para conocerle. Le quería desde que me explicó a distancia que el amor nos pone el corazón como un campanario en las manos de un loco y que sentirse abandonado te hace comprender la sensación de los muelles en el alba. Amé su poesía oceánica llena de madréporas del tiempo sumergido, aunque más exacto sería también decir que la sigo amando. No me importa que piropeara a Stalin y su mirada sobre la nieve, sino sus dones verbales y su identificación cósmica. Comprendí que aquel contemporáneo que me sentó a su mesa era un poeta para los restos.
Ahora quieren exhumarlos. Se piensa que fue envenenado por orden de Pinochet, lo que no sería raro, ya que el general usó con frecuencia procedimientos semejantes para excluir a sus enemigos. Estaba convencido de que para salvar a su patria había que matar a un gran porcentaje de compatriotas, pero Chile es mucho más pequeño que Rusia y no pudo competir con Stalin. Me bebí con Pablo alguna botella de inteligentes vinos, quiero decir, que nos las «conversábamos». Estaba allí Matilde, su mujer última, con su perfil de greda, y Jorge Sangüeza, el distraído más atento, y Tiago de Melo, el poeta brasileño. Todos oíamos a Pablo, a pesar de que a él le gustaba escuchar.
-Miguel era mi hijo, me lo mataron. Federico era mi hermano, me lo mataron. ¿Qué se puede pensar de un país que mata a sus poetas?
No dije nada, pero ahora le hago la misma pregunta a su fantasma.
Que mundo tan raro. ¿Será cierto que a Pablo Neruda, que estaba enfermo de cáncer de próstata, pero no grave, le asesinaron? Además de santo de mi lírica devoción pueden convertirlo en mártir.

4 comentarios:

  1. Suelen ser víctimas fáciles ,la poesía no vale para la lucha cuerpo a cuerpo, sirve para la lucha en el tiempo.

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  2. Como a Machado, también le ayudaron a morir.

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  3. Los poetas son incomprendidos por eso usan el lenguaje para expresar su pensar y sentir aquí en la tierra

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