Una noche, el alma del vino cantaba en las botellas:
"¡Hombre, hacia ti lanzo, oh querido desheredado,
bajo mi prisión de cristal y mis lacres bermejos,
un canto de luz y de fraternidad!
Sé cómo es necesario, en la colina en llamas,
penar, sudar y un sol abrasador
para engendrar mi vida y darme un alma;
mas no seré yo ingrato ni malvado,
pues siento un gozo inmenso cuando caigo
en la garganta de un hombre rendido por su labor,
y su cálido pecho es una dulce tumba
que me complace más que mis frías bodegas.
¿Oyes tú resonar los cantos domingueros
y la esperanza que gorjea en mi pecho palpitante?
De codos en la mesa, y con las mangas dobladas,
me glorificarás y tú estarás contento;
Yo encenderé los ojos de tu encantada esposa,
devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores
y seré para ese frágil atleta de la vida,
el aceite que endurece los músculos de los luchadores.
¡En ti caeré, vegetal ambrosía,
grano precioso echado por el Sembrador eterno,
para que de nuestro amor nazca la poesía
que se alzará hacia Dios como una rara flor!"
Versión de Enrique López Castellón
Las flores del mal, que incluye este poema, pasa por ser una de las fuentes de la poesía contemporánea. Paradigma de la "poesía maldita", esta obra fue condenada en su tiempo "por ultraje a la moral pública y a las buenas costumbres". Qué cosas...
Que todos los ultrajes fueron como este...
ResponderEliminarJa, ja... ultraje a la moral pública!
ResponderEliminarAquéllos no vieron lo que vino después,... ahora.