Con armas se defienden las repúblicas,
se conservan los reinos y ciudades,
se aseguran caminos y los puentes,
se despejan los mares de corsarios.
Ser eminente en letras cuesta mucho,
el tiempo se nos gasta en las vigilias,
en hambre, desnudez o cefaleas
o fuertes calenturas del estomago.
Ser buen soldado da mucha congoja
a los humildes de esta fiera España
a pique de perder la vida entera
en la tierra o dominio de Neptuno.
En la guerra dejo necesidad,
si tuviera dineros no sería
temerario Quijote en los combates,
aunque guardo muy llena la talega
para comprar las islas Baratarias,
deleite de los Sanchos con su panza.
Sedas de Dulcinea del Toboso,
libros de mis hazañas que ya adornan
bibliotecas enteras en La Mancha,
espadazos de furia que reparto
a oscuros malandrines de los campos,
o bellacos fantasmas de gigantes,
salen de faltriquera que bien cuido
como algo muy precioso en mis hazañas.
¡Sueña, Sancho, no duermas, sueña, sueña
para ganar la fama castellana,
nuestro padre, que Dios tenga en la gloria,
don Miguel de Cervantes Saavedra,
la péndola que escribe sin descanso
cuando buenos lectores abren libros!
Curioso si, pero que bueno.
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