He fumado en las pausas de la vidalas lentas hojas de tabaco oscuro,
he cuidado mis plantas, y en la tarde
he aguardado escribiendo
aquello que se fue o lo que deseo
que en adelante llegue para así
poder perderlo todavía.
He aguardado fumando, y el tabaco
ha sido un dulce aroma, mi esperanza
de tabacos más dulces, de otras hojas
en las plantas que cuido y que deparan
una flor a mis ojos que todavía esperan.
Y cuando ya mis ojos no consigan
encontrar el camino alegre de la espera,
y cansados demanden una última pausa
para fumar en calma y recordar,
yo quisiera que entonces
mi vida hubiera dado una cosecha
apretada y hermosa,
lo mismo que la planta del tabaco,
que tal vez ya no sepa
conservar para mí el sabor que ahora tiene,
consolarme esos días.
Que mi vida suplante a ese tabaco
para poder prensarla, estando seca,
sentirla entre los dedos, llevármela a la boca.
Que el fuego la convierta en humo dulce,
en un último aroma.
P.D.: Les recuerdo que en este blog está permitido fumar
Anda que te ha dado fuerte con lo del tabaco, me dan ganas de escribir a la Pajín para depirla indulgencias. Por lo demás el poema me gusta
ResponderEliminarQue lugar fantástico este...
ResponderEliminarMuchas gracias, Leo Mercado, pasa cuando quieras, estás en tu casa. A Gatopardo no le digo nada, que ya lo conozco de sobra.
ResponderEliminarEl poema es precioso. Pero sustituir el tabaco por la vida, en cada momento, por disfrutarla en el ahora, el pasado o el luego, me parece mucho más deseable.
ResponderEliminarY eso sabiendo que, ahora mismo, me fumaría un rubio o dos o tres, si no supiera el daño que me hace o cómo incremento el temor que tiene mi hijo a que le deje antes solo.
Quizá, cuando él sea mayor y yo esté a tiro de flor de la muerte, me pase por aquí y me fume esos rubios con vosotros.
Sí que te ha dado fuerte, sí.